17 enero 2008,15:10
Ringggg Ringgggg

Por el teléfono. Se oye un ruído como de rotaflex.

- Cariño, buenos días.

- Hola cielo ¿qué tal?

- Bien, bien, muy contenta, hoy he estado haciendo cosillas por la casa.

- ¿Y Romualda?

- La despedí, las lentejas de ayer estaban sosas.

- ¡Ay Dios…!

- Mira, escucha. Ya te he metido las galletas esas en la lavadora.

- Ay Dios…

- Sí, sí, las camisas en la nevera, que como hace mucho calor, pues te las he metido ahí para que las tengas fresquitas.

- Bueno…

- El agua esa rara que tenías en la nevera, como necesitaba sitio para poner mi champú y mi suavizante, se la he echado a las plantas, creo que les vendrá bien.

- Cielo… eso era orujo casero…

- Ay ¿sí? Pues entonces no sé yo si les va a sentar bien a las plantitas. ¿Tú qué crees?

- Que amanecerán muertas.

- Oissssssss por Dios, que tremendista te pones de verdad. Bueno, yo compro otras no te preocupes.

- Y el orujo.

- Sí, también lo compro.

- No creo, era casero.

- Bueno, pues ya encontraremos donde lo vendan.

- No lo venden, lo hacía mi abuela en su casa.

- Pues no pasa nada, déjame que te diga hombre, es que he puesto a lavar también las sartenes, que estaban muy sucias.

- Mujer, no debiste molestarte.

- Sí, sí, además me lo he pasado bien viéndolas dar vueltas entre tanto jabón, y el ruído que hacían, ha sido muy divertido (se ríe)

- Cielo ¿por qué no llamas a Romualda? ¿Y qué ruído es ese que suena?

- Ya te dije, la despedí porque estaban sosas las lentejas, y no la voy a llamar ahora, ya sabes cómo soy. El ruído es de que estoy encerando el suelo con el aparato este que tenías aquí.

- Está bien, pero no toques nada más, anda, que salgo en diez minutos del trabajo. Ay señor que cruz – Piensa –

- Vaya hombre, yo haciendo aquí las cosas con todo mi cariño…

- Sí, sí, si yo te lo agradezco, si me parece bien.

De repente se escucha un fuerte estruendo y todo se queda en silencio.

- ¿Cielo? ¿Cielo? ¿Qué ha pasado?

Ella responde gritando como desde muy lejos:

- Ay Dios, en mi palacio no pasaba esto cuando Ambrosio enceraba el suelo con el cacharro.

- ¿Me puedes decir qué estabas usando?

- Ay, pues el cacharro este, de encerar el suelo. Mira ponía en la tapa black and decker.

Fin.



* Y es que aún queda gente así.

** Dedicado a mis compis de piso que no lo leerán jajajajajaja

*** También para mis lectores que se reirán y mi niña, que también se partirá de risa.

 
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10 enero 2008,04:49
¿Y qué importa cómo está mi alma?

Tú sabes qué darle de beber:

dulce tu voz, le da la paciencia,

tus suspiros la recia presencia,

y tu felicidad, un deber.


Mas es ese deber un placer,

pues nació mi alma con tu existencia;

las flechas han dictado sentencia

y la vida ha vuelto a florecer.


En tus brazos se calma mi sed,

en tus brazos aprendo a volar,

me tienes, mujer, a tu merced.


En tus brazos te quiero cantar,

perderme en la seda de tu red

y morir si te dejo de amar.




Te amo, Patricia.

 
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