Dora el sol tu piel desnuda
con perlas de sal y de luz;
me ciegan tus ojos que brillan en mis ojos,
tu vientre, que huele a magia y a vida,
tu pecho, que palpita al compás de las olas del mar.
Eres como un destello de agua salada,
una chispa que enciende el calor,
ese calor que nos acerca y empuja al amor,
a la locura y la pasión
desde la que juzgamos al mundo
sin mirar el reloj.
Eres luz que brilla y mata
que alumbra el camino de este amante que te ama,
y quema al mísero que se oponga a nuestra causa,
porque sus ojos no se hicieron para ver la luz,
se hicieron para envidiar y dañar,
y su castigo será por ello ejemplar.
no verá luz ni sombra,
ni noche ni día, ni sol ni luna;
perecerá, como todo, en su momento,
sin saber que este amor nuestro,
perdurará más allá de la muerte,
en la tierra y en el cielo.
* El dibujo lo ha hecho San, dice que no está terminado, pero es precioso, así que aquí se queda. Con su permiso, claro.