27 diciembre 2009,13:35
Palabras para Escarlata
Hemos aprendido que no vale de nada levantar un muro,
que Dios dispara y acierta aunque te pongas un escudo,
que en el amor no hay nada imperdonable,
por ello es el camino más duro:
el orgullo se duele a sí mismo,
el ego muere si te imagino sonreír
y el corazón solo se cura, sin miedo a sufrir.

Este es el camino que nos hace aprender,
el camino que nos hace más fuertes,
el camino que nos acerca más al saber;
este es mi camino: amarte siempre.
Colgado a la luna espero tu mano.
Descálzate y sube, contempla el mundo
como nunca lo has visto, como es realmente.



* Cantaba y canta Silvio Rodríguez: "... Los amores cobardes no llegan a amores ni a historias, se quedan allí, ni el recuerdo los puede salvar, ni el mejor orador conjugar..."
 
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23 diciembre 2009,22:24
Aliento de vida
- Sabes que sólo hay una manera de hacerlo, Rafa.
- Lo sé, dejaré que me guíe el corazón...
- Yo podría hacerlo, no es necesario que te juegues la vida.
- Lo siento, no puedo permitir que lo hagas tú, yo la amo.

Rafa sin pensarlo dos veces, saltó al río. Era muy tarde, apenas podía ver nada, pero estaba decidido. Después de una hora sumergiéndose y saliendo del agua, encontró algo que brillaba. Era la alianza, lo primero que necesitaba para conseguir devolverle la vida a Escarlata.

- ¿Estás seguro de que es lo que quieres?
- Nunca he estado más seguro de nada.
- ¿Eres consciente de lo peligroso que es?
- Lo soy...
- Tu amor por ella es lo más fuerte que he visto nunca.
- ... No sigas...

Allí donde las estrellas cayeron el día en que murió Escarlata, la hierba y las flores habían crecido mucho más fuertes, más brillantes, y aún quedaban restos de aquella lluvia, gotas de rocío que nunca dejarían de brillar. Rafa había soñado con esto y sabía lo que tenía que hacer. La voz de Escarlata ya palpitaba en su cabeza como el tic tac de un reloj. Verle, me habría hecho llorar, pero él buscaba su felicidad y eso me alegraba. En Sevilla, donde él vive, habían caído algunas de esas estrellas, a la orilla del río. Apresurado recorrió toda esa zona, hasta que encontró lo que buscaba. En un bote pequeño, guardo hierba y flores con sus raíces y suspiró. Si quería terminar lo que había empezado, tenía que ir a buscar el cuerpo de Escarlata. No había pasado apenas tiempo desde su muerte, por lo que seguramente estaría bien aún.
Por el camino, escuchaba la voz de Escarlata en su oído. Corre, cariño, corre. - Le decía. Aceleró todo lo que pudo. Estuvo a punto de volcar en una curva, pero ni se inmutó. Ya la veía, como si la tuviera delante, mirándole, con esa mirada tan dulce que siempre tuvo. Delante de la puerta de la casa de Escarlata, frenó de golpe.

- No te detengas ahora, yo sé que has llegado hasta aquí, haz que lo sepa ella.

Con el hombro echó la puerta abajo y corrió como un huracán hasta la habitación de Escarlata. Allí seguía, muerta en el suelo. Rafa no pudo contener las lágrimas, la amaba, aún así, demacrada, sin vida, era algo que nunca pudo evitar. Ninguna otra mujer había podido sacar a Escarlata de su corazón, ningún abrazo le había hecho sentir tanto, ninguna boca le resultó jamás tan dulce como la de ella. Yo no quería mirar, pero sé que besos sus ojos y su frente mientras la sujetaba en brazos. En el corazón le latían otros deseos, pero sabía que no podía hacerlo. Cuando dejó de llorar y le volvieron las fuerzas un poco, llevó a Escarlata al jardín, la tumbó en el césped y se colocó la alianza en el dedo anular de la mano izquierda, donde la llevó todo el tiempo que estuvo con ella. De repente comenzó a llover. Él entró en la casa, dejando a Escarlata bajo la lluvia. En un cazo con muy poca agua, calentó las hierbas y las flores con las gotas de rocío para que la proporción de esas gotas fuera mayor. Una vez preparada la mezcla, la volvió a meter en el bote y salió fuera.
Estaba arrodillado junto al cuerpo de Escarlata. En la mano derecha volcó el agua que resultó de aquella mezcla, y con la izquierda, donde llevaba el anillo, cogió las hierbas y las flores y la puso en el pecho de su amada.
Con todas sus fuerzas, gritó: ¡Te amo, Escarlata!
Y un rayo acudió a su llamada atravesando todo su cuerpo, desde la mano derecha, hasta la izquierda, donde las flores protegían a los dos de la violencia de aquella descarga...

- ¿Escarlata...?
- ... Rafa... ¿Qué...?
- Tranquila, no tienes que decir nada.

Los dos se fundieron en un abrazo, exhaustos, aturdidos, perdidos. Ella sabía que él había estado a punto de morir... Y aquellos ojos, los de Escarlata y los de Rafa, brillaron como nunca jamás brilló siquiera el sol...
 
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09 diciembre 2009,11:04
Qué decir
No, no hay palabras. Tú te has vuelto fuego, y a mí me va a dar por sentirme de cera. Pero no te acostumbres, que a mí siempre me gustó más el papel de llama. Lo que pasa es que... me rindo a tus encantos, a tus palabras y a tus maneras. No pienso resistirme ni un segundo. Eres la tentación personificada, y yo me siento más tentado que Adán, que Eva, que Fausto y que cualquier mortal o inmortal ante la mismísima Afrodita. En mi piel y en mi alma siento que tú sí eres una mujer, más mujer que ninguna. La pasión misma puede leerse en tus ojos y verse en las huellas que has dejado en mi cuerpo. Y ¿sabes? Quiero más. Quiero darme a ti, ser agua que resbala por tus senos y tu vientre... el jugo de una cereza que al morderla quede en tus labios y lamas con tu lengua. Y ¿por qué no? Un gin tónic para poder entrar en ti... Despacio... Suave... Y fresquito... Una vez dentro, ya te entrará el calor.
Bueno, que me desvío. Es lo que pasa cuando no se sabe bien qué decir, y es que me haces enloquecer, perder el control y... ¡Ay! Mejor que no estemos todo el día pensando en ascensores. (Sonrisa malévola)
Marcadores finales: Sonrisas para ti, sonrisas para mí.
Placer para ti y para mí.
Felicidad para los dos.
Año nuevo, vida nueva y mejor, para los dos.
Palomas, muchas palomas, blancas.
Sevilla tiene un color especial (y se come la mar de bien, oiga)
Delirio: tú deliras, yo deliro, nosotros deliramos... y... ¡Ay!
Donde caben dos... ¿para qué vamos a invitar a nadie más?
Erec te susurra algo. El mundo tiembla.
¿Ríes? Yo también.
Los demás, como dice el refrán: me importan un pito.
Empate, pero la próxima te morderé más fuerte y ya tú verás lo que le cuentas al sereno.

Te amo. Te deseo. Y te extraño.




*Aunque no se aprecie bien en la captura, estoy mordiéndote la oreja.
** Son muñecos, ¡¡¡Qué nadie se excite!!!
 
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06 diciembre 2009,12:16
Intocables, invulnerables
Aquella fortaleza, que aunque hecha de cartón y justificaciones en papel mojado, creíamos inexpugnable, cedió hace dos días. Fue traspasada por el mayor y más fuerte de los aliados que aquellas personas que realmente sienten y tienen corazón, pueden tener. Los muros ni siquiera hicieron por resistir, las puertas se abrieron al igual que se abren las del cielo a quien se lo merece. Las flechas nos habían herido tiempo atrás, dos saetas doradas que ya nos auguraban la gloria, una a cada uno. Y ahora es Eros el que se nos ha metido dentro, portando flechas de plomo y de hiel, que sin duda disparará contra quienes se opongan a lo que él nos ha regalado.
Ahora, cada vez que te asomes a la ventana, una paloma se posará en tu mano esperando que le des algo de comer. Esa es la magia, la bendición que nos aguardaba. Ningún secreto para nosotros, que lo veíamos venir. No hacía falta que lo leyeras en un horóscopo, al fin y al cabo, no siempre aciertan, es más, como te dije, aún no se sabe si acertó del todo, aunque ciertas cosas, ya ni me importan. Mi mirada apunta a tu mirada, mi mano busca tu mano, y mis labios buscan los tuyos.

... Y ahora cuando me duche, veré que tus huellas no se borrarán de mi piel... Me gusta... Y te prometo noches mejores, más gin tónics por nosotros, y risas, muchas risas. De lo bueno que no falte, ¿no?

Te quiero. Te extraño. Te adoro. Te deseo...
 
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01 diciembre 2009,20:16
El Destino Fatal de Escarlata
No soy quien para juzgar a nadie, esa es la verdad. Por ello tampoco juzgo a Escarlata. Pese a haberla conocido y haberla sufrido, no diré yo si es mejor o peor persona, o si merece el cielo o el infierno. Pero si en algo tengo poder absoluto, es sobre mí mismo. Escarlata nació del barro, de un trozo de barro que moldeé con mis manos, con todo el cariño y la ternura que me es posible ofrecer. No tenía vida, no quise dársela hasta quitar de ella todo rasgo que pudiera parecer mundano. Quería crear una criatura que estuviera por encima del bien y del mal, alejada de esta sociedad: oportunista, interesada y zaragatera. Me esforcé hasta quedar exhausto, bien lo sabe Dios, pues la tarea era complicada. Al fin lo conseguí. Escarlata se parecía más a una divinidad que a una humana. Llegó el momento de darle vida, y no lo dudé. Me abrí el pecho, me saqué el corazón, y con un cuchillo, lo corté por la mitad, dándole una mitad a ella y guardándome la otra mitad yo para poder vivir. Así nació ella. Era dulce, como la miel, de proporciones idílicas, risueña, infantil, humilde y bondadosa. Tras crearla, busqué a un hombre que pudiera hacerla feliz. Lo encontré, es el hombre al que mencionó en sus últimos momentos. Lo habría dado todo por ella, se le iba la vida en hacerla feliz, pero Escarlata se rebeló, alejándose de mis planes. Llegó un momento en que fue incapaz de ver el esfuerzo de Rafa, cayó en las garras de esta sociedad tan corrompida como carente de sentimientos. Pero eso no fue lo peor. Ella sabía, presentía, que algo fallaba, que no era la misma. ¿Y qué hizo? Nada. Él la perdonó, no debió hacerlo, pero así fue. Y ella, jugó con él tanto tiempo como quiso. Lo mismo aparecía un día diciéndole que aún sentía algo por él, que desaparecía o se enfadaba si él le mostraba sus sentimientos. "Pero yo estoy bien así, soy feliz y eso no va a cambiar" le decía. Y él quedaba de nuevo triste, acurrucado en su soledad esperando otra respuesta.

Como creador de Escarlata, me duele haber hecho lo que hice, pero tampoco ella dejó más opción. Tal vez Rafa, fuera un desconocido para mí. Él no nació de mis manos, pero mientras ella reía y lo pasaba bien, él lloraba con el corazón en un puño, la amaba con locura a pesar de todo. Desconozco si realmente Escarlata era feliz así, al irse de mis manos, ya no podía saber qué sentía o qué dejaba de sentir, y si alguna vez le pregunté, ella jamás respondió más que con una mirada fría o de desprecio. Y así, tal como estaban las cosas, hablé seriamente con ella y se lo dije: Escarlata, esto no pasará de aquí, esta noche te quitaré la vida igual que te la di. Me duele, no creas que no, y lo he reflexionado, pero él ha sufrido ya demasiado y no se lo merece. Puesto que no tengo dominio sobre él, pondré en su camino a otra mujer, una que realmente le haga feliz, y a ti, te quitaré el corazón que llevas dentro, puesto que es mío, y yo decido al respecto.

Como era de esperar, sus últimos pensamientos fueron para Rafa, pero él ya encontró algo mejor, y su manera de ser, que bien conocía ya, no darían opción a Escarlata a nada. El tiempo y las circunstancias, dirán si la resucito o no. Quizás con otro nombre y en otro lugar. Pero lo que es ahora, no.
 
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