Tu boca suena como una dulce tentación
que me reclama moviendo sus labios de miel
dibujando corazones de fresa en el aire.
Y en ese momento en que tus cabellos me envuelven,
colmándome de ambrosía cual cortina de flores,
saciando mis ansias como lluvia de caricias…
El pecado sería no besarte hasta los pies,
El pecado sería no amarte hasta la locura.
Y en el silencio en que respiro de tu aliento
y va desapareciendo una profana canción,
nacen de tu vientre mariposas que nos rodean
con aires de fiesta y tonos de roja pasión,
que invitan a consumar el deseo de fundirnos
en un solo cuerpo, un alma, y un corazón:
como el cielo y el mar, como la lluvia que cae al río,
como un café con leche, tu boca y la mía,
o un bombón que se derrite en tus labios… Y en los míos.
