07 enero 2006,14:47
Caída

He vuelto a caer, pero esta vez en un pozo demasiado hondo y estrecho, se han roto mis alas, y las manos que intentan rescatarme no alcanzan a agarrar la mía. Escucho sonidos, voces, y de entre todas soy capaz de distinguir la tuya. Siento vergüenza, me siento mal; estoy en este pozo por no hacerte caso, me advertiste, pero ya era tarde, no pude dar marcha atrás, no fui capaz de hacerlo, algo me impedía dar marcha atrás. De repente dos manos se acercan a mí más de lo normal, han podido acariciar las yemas de mis dedos. – ¡Cuidado, no os vayais a caer! – Les grito. Apenas puedo saltar para alcanzarlas, no soy capaz de levantarme, pero el hecho de ver como sus manos siguen ahí, me da fuerzas, quieren sacarme y yo no puedo seguir aquí así, debo intentar alcanzar sus manos. Pasan las horas y sigo intentando levantarme y saltar. No puedo, me echo a llorar y se pone a llover.

- Nene, joder, no llores. – Me dices con una voz casi imperceptible, lo tuve que leer de tus labios.
- Venga angelito, arriba. – Me dice la otra voz.

El agua de la lluvia empapa mi cuerpo, y yo no puedo parar de llorar, la lluvia me trae recuerdos... en cada gota veo su rostro... No paro de llorar. Quisiera olvidar, pero no puedo, ¿cómo voy a olvidar aquellos momentos? Haría lo que fuera porque volviera, pero no, no va a volver, y yo debo resistirme, no la llamaré, no, no la buscaré, si vuelvo a caer en el mismo pozo, una de esas dos manos que intentan salvarme no estará nunca más. Quizás lo pasé bien, sí, lo pasé bien, pero ha desaparecido, se ha ido, no quiere saber más de mí, y me ha hundido, me ha hecho llorar sin importarle, ni siquiera me ha mandado un sms preguntándome, aunque tampoco lo quiero, ni que me llame, nada. Tú, sí, tú, la dueña de esa suave mano y voz, tú siempre estás ahí, aunque me equivoque, aunque falle, aun habiéndote fallado, y me conoces bien, sabes bien cómo soy y cómo estoy ahora, tú lo entiendes todo, perdonas y tu mano no saldrá de la boca del pozo hasta que no tengas mi mano agarrada y me saques, lo sé.
De repente mis alas rotas caen al suelo encharcado de aquel pozo y doy un grito de dolor.

- ¿Qué te pasa? – Me preguntan.
- Mis alas, se me han caido. – Les contesto.
- Nene, tus alas están en tu corazón, en tu espíritu, en ti. – Me dices.
- Sí, pero...
- Ni pero ni nada, nene, salta, vamos.

Cojo impulso para intentar llegar a sus manos de un salto pero no consigo llegar. Ella de repente se sube encima de la boca del pozo.

- ¿Qué haces? – Le pregunto.
- No lo sé, yo no quiero estar aquí, no quiero caerme, algo me mueve...

De repente te salen unas pequeñas alas blancas preciosas en la espalda, yo sabía que eras mi ángel, lo sabía. Echas a volar y bajas a sacarme, me das un abrazo y acaricias mi mejilla, yo te abrazo muy fuerte y apoyo mi cabeza en tu pecho, me dejo llevar por ti, me has devuelto la vida. Al salir nos encontramos a la otra chica que quería sacarme de allí, esa que tanto me hace sonreir, me anima, me apoya, no deja que me hunda, es un cielo, ella es... la dueña de la otra mano...

* Gracias a esas dos personas que tanto me están ayudando, ellas saben quiénes son.
 
posted by R.M Gómez | Permalink |


0 Comments: