Pequeño velero verde,
avanza rumbo al viento,
avanza sin fin.
Sus mástiles son de agua
sus velas son de aire,
pero tiene un rumbo que perseguir.
Las olas lo acechan,
y sobre él se abalanzan,
mas su alma de sueños
no sabe morir.
Los duros embates del mar
pueden con la madera resquebrajada
del débil velero verde,
pero no con su corazón:
hecho de furia y pasión.
¡No serán éstas las olas que me venzan!
¡Ni me quitará esta lluvia las fuerzas!
Pues nací para morir bajo tu mirada de miel,
acariciada por la luna una noche de placer.
¡No será éste el mar que me engulla!
¡Ni Poseidón, tiburones ni ballenas!
Nací para morir bajo tu mirada,
esa que me incita a abrazarme a ti,
entrar en ti, dentro, muy dentro
hasta perderme y descontrolarme,
hasta que amanezca otra vez.
¡Qué se rompan los cielos
y me aplasten el craneo
si bajo la magia de tus ojos
no puedo morir!
