Y aunque haya perdido el norte,
no aparto la vista del horizonte que me brindas.
Doy cada paso pensando en ti y por ti,
y cada día que termina, veo más cerca el paraíso:
el paraíso de tu sonrisa,
de ver tus ojos brillar junto a mí,
de tu cuerpo, de tu piel,
de tu infinita ternura y tu energía,
de tu excentricidad y tu locura,
de tu boca de miel,
de tu pelo acariciando mis labios,
de tus dedos improvisando sobre mi ser.
Y aunque haya perdido el norte,
no he perdido el rumbo,
y mi único destino es tu corazón;
para ser felices los dos,
para empezar una nueva y mejor vida,
en el amanecer de la primera noche
en que hagamos el amor.