03 marzo 2006,19:00
La paloma
Desde las aceras hasta las ventanas de los más altos edificios olía ya a Primavera, y es que ya había llegado la Primavera. Las terrazas y los patios embriagaban el barrio con aquel agradable aroma que tras el Verano siempre se va. La gente paseaba por las calles sonriendo, agudizando el olfato para disfrutar del perfume, aunque de vez en cuando se veía a alguien estornudar a causa de la alergia. Él lo observaba todo a diario en esa estación del año, se subía a la azotea para contemplar el paisaje de arriba a abajo, miraba al horizonte, la gente transitar por las calles, los niños jugando a la pelota, las niñas saltando la comba. Tenía además la ventaja de que aquella azotea era una de las más altas, lo que le permitía ver también a la gente que estaba en el parque; abuelos dándole de comer a las palomas, madres detrás de hijos rebeldes, soñadores montados en los columpios. Soñadores montados en los columpios... a él le encantaban los columpios, siempre que iba al parque se montaba, y tenía la ilusión de ir algún día al lado de su amada, competiría con ella para ver quién llegaba más alto. Hasta el cielo, hasta el cielo – Pensó – Dirigiendo la mirada al otro lado se encontraba con la carretera; coches llendo y viniendo, aunque más tranquilos que en cualquier otra estación del año, sin duda alguna era el colorido de los jardines el culpable de que alguna que otra persona llegara tarde a su trabajo, se respiraba paz y sosiego.
Algo le hizo aproximarse más al bordillo y mirar abajo.

- ¿En qué piensas?
- En ella.
- No te quiere, lo sabes.
- Sería hermosa la Primavera a su lado.
- Sí, pero debes aceptarlo, nunca pasarás una Primavera a su lado.
- Podré montarme con ella en los columpios, y jugaremos a ver quién llega más alto, juntos llegaríamos al cielo.
- ¿Qué es eso que has sacado del bolsillo?

Sacó una petaca de su bolsillo que abrió con las manos temblorosas aunque vaciló a la hora de tomar un trago, el cielo le miraba asustado y las aves se habían alejado del lugar, sólo una pequeña paloma blanca se había atrevido a abandonar su bandada para posarse en el tejado del edificio. La paloma fijó sus ojos en los de él y él le dedicó una amable sonrisa, guardando con ella la petaca en su bolsillo. Bajó a su casa a coger un poco de pan y subió de nuevo a la azotea, allí seguía el animalito, por alguna extraña razón no se había movido de aquel poyete. Él migó el pan y se lo acercó.

- Me encantaría poder volar. Como tú.

La paloma se subió en su mano y siguió comiéndose las migajas de pan. Cuando terminó se le quedó en la mano por unos instantes, hasta que cogió la petaca. Al coger la petaca, el animalillo se posó de nuevo en el poyete.

- Me encantaría poder volar. Como tú.

De un trago se bebió el contenido de la petaca, y la paloma dejó de mirarle.

- Voy a volar, voy a volar como tú y escapar de esta pesadilla.

Miró al vacío, ya no le asustaba tanto, iba a volar.

- No puedes volar, lo sabes.
- Verás como sí puedo. – Dijo titubeando.
- Te matarás.

Dejando un pie en el aire miró de nuevo a la paloma, pero ésta estaba volando ya, no quería ver lo que iba a pasar.

- Ahora subiré.

Colocó los brazos en cruz y cerró los ojos al saltar... la paloma se lanzó en picado a cogerlo, con ella iba un ángel de frágiles alas y mirada ilusionada. Consiguieron rescatar su alma y llevarla al cielo, pero su cuerpo no pudo volar.


 
posted by R.M Gómez | Permalink |


3 Comments:


  • At 6:03 p. m., Anonymous Anónimo

    Chulisimo R.M... me ha encantado.
    Una sonrisa :o)

     
  • At 7:34 p. m., Anonymous Anónimo

    Que pena que no podamos volar... yo creía poder hacerlo y me estampé.

    Algún día de estos me daré la vuelta... a lo mejor. Si pasa algo. Si no pasa, puede que no vuelva.

    Besos :)

     
  • At 5:10 p. m., Blogger Sherezade

    Triste, como la bruma que envuelve un corazón desesperado.

    Besitos caóticos