14 febrero 2006,18:35
Dos lágrimas, una rosa.
Esta será sin duda, la última carta que te escriba, con las esperanzas ya perdidas. El viento se ha llevado mis suspiros, el aire le ha robado el aroma de tu piel a mis sábanas y el olvido va borrando poco a poco los recuerdos. ¿Te acuerdas de aquel día en el parque? Pues yo no recuerdo si cantaban o no los pájaros, no recuerdo ya si había gente alrededor... Te besé, sí, te besé, y sería absurdo decirte que lo he olvidado, todas las noches sueño con aquel instante, deseé que todo lo que nos rodeaba desapareciera, y desapareció. Esa misma noche... aún recuerdo aquella noche en que hicimos el amor, amanecí perdido en tus ojos, mientras tú querías parar el tiempo en aquella madrugada. Dejamos de ser dos para ser uno: fuerte, indivisible. La lluvia nos hacia sonreír... recuerdo tu sonrisa, tu mirada clavada en mis ojos... y aquellas palabras que ya jamás volveré a escuchar de tus labios.

Hemos amanecido abrazados por última vez. No quieres saber nada de mí y yo he cerrado la puerta haciéndome el duro, pero tú bien sabes que no sé qué voy a hacer sin ti. Olvídame. – Me dices. ¿Lo harás tú? Olvidarás detalles, banalidades, horas, minutos y segundos, días, mi cuerpo, mi rostro tal vez, pero al igual que a mí, te será imposible olvidar que hasta hoy nos hemos amado. Puedes quedarte con mi corazón y mis caricias, con mis poemas y mis besos, con todos nuestros buenos recuerdos, con los malos, con todas las noches que te amé. Si no quieres, puedes quemarlo todo, abrir la ventana y dejar que se lo lleve el viento. Algún día, cuando los recuerdos titilen en el cielo de mis pensamientos, mi cabeza dirá que ya los olvidó, y mis ojos y mi alma derramarán un par de lágrimas eternas al recordar aquellos momentos, que ya sólo perviven en sueños. Sueños que jamás se cumplirán, porque ya se cumplieron. ¿Llorarás tú cuando recuerdes que aún te quiero?

Me cierras la puerta, me echas de tu vida, de tus ojos, del resto de tus días, me pongo el abrigo, ya no hay lágrimas para ti, mis mejillas están secas. Me cierras las ventanas, te tumbas en la cama y te echas a llorar. ¿Recuerdas todas esas veces que te echabas en mi hombro a llorar? Al final siempre te calmabas con un suave beso. Bajo las escaleras, abro la puerta que da a la calle, no te escucho llorar, no te veo, pero te siento. Salgo sin mirar atrás, pero tu llanto suena en mi interior.

Esta será sin duda, la última carta que te escriba, con las esperanzas ya perdidas. Bajé las escaleras de tu casa, abrí la puerta y salí con una frase en mis labios: hasta siempre. Algún día, los recuerdos titilarán en el cielo de tus pensamientos ¿qué dirá tu mente? ¿qué será de los sueños que jamás se cumplirán porque ya se cumplieron? ¿Llorarás tú cuando recuerdes que aún te amo? ¿Llorarás tú cuando recuerdes que en la distancia y en el tiempo te amaré?

Hasta siempre.



* Esta es la carta de amor que presenté al concurso de la escuela de escritores.

** No me ha tocado nada, así por lo menos no corro el riesgo de que me toque el disco de Pimpinela.

*** No tiene destinatario, me imaginé una situación, y me puse a escribirla.

 
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2 Comments:


  • At 7:08 p. m., Anonymous Anónimo

    Impresionante. No tengo palabras.
    Un besazo;

    Hache

     
  • At 9:18 p. m., Anonymous Anónimo

    Ains..jolines, con el dia sensiblon que llevo, dos lágrimas derramo.

    Un beso wapetón.

    P.D: Yo también quería poner posdata jejeje.que toly soy.