Una sensación extraña recorría mi cuerpo, la esperaba me estaba matando. El doctor me dio permiso para entrar en la sala donde estaba Marla y me coloqué a su lado, sujetando su mano, ella aún estaba dormida por los efectos de la anestesia. El capitán y los demás estaban fueran, el doctor no dejaba pasar a más gente dentro. Cuando Marla por fin despertó, agarró mi mano, quería saber qué había pasado y cuándo se podrían ir.

- No te preocupes, Marla, va todo bien, el doctor ha dicho que tenemos que esperar los resultados de un análisis que te han hecho, él cree que estarán bien. – Le dije.
- Gracias, y gracias por haberme salvado, Saul. – Me contestó.
- Eres tú la que nos ha salvado a todos. – Le repliqué acercando mis labios a su frente para besarla.

El doctor entró en la habitación para ver cómo estaba Marla, le tomó la temperatura, comprobó que las constantes vitales estaban bien y se fue.

- Doctor ¿puede pasar el capitán un momento? – Le pregunté antes de que se fuera.
- Ahora le diré que pase, pero sólo un momento. – Me respondió mientras abría la puerta para irse.

Pasaron escasos segundos desde que se fue el doctor hasta que entró el capitán, parecía tranquilo, relajado, mucho más desde que el doctor nos dijo que seguramente no le iba a pasar nada a Marla y nos íbamos a poder ir a la noche.

- ¡Hola capitán! – Le saludó Marla alegre.
- Hola pequeña ¿qué tal? ¿cómo te encuentras?
- Bien, bien, ya me ha dicho Saul que hay que esperar a que salgan los resultados de unos análisis que el doctor cree que estarán bien y nos podremos marchar.
- Así es, Marla, tranquila.
- Capitán, avise a los de fuera de que Marla está despierta y bien. – Le pedí al capitán.
- Enseguida, chico, además ya me ha dicho el doctor que no puedo estar aquí dentro mucho tiempo, que está prohibido. – Me respondió.

Cuando el capitán salió por la puerta, me dispuse a contarle a Marla todo lo que había ocurrido, yo aún no podía creerme que parara aquella gran ola.

- Marla...
- Tengo sed. – Me dijo interrumpiéndome.