Ella se gira y se abraza
nadie se atreve a mirarla
la tierra que pisa, arde
y ver su sombra ya es pecado.
Suenan los tambores en la playa
su silueta se mueve de un lado a otro
calientan las hogueras el ritmo
pero hay más fuego en sus ojos.
Ella baila y se contonea
sus cabellos siguen sus movimientos
cortando el viento y la brisa
dejando a los hombres sin aliento.
Ella es dueña y señora de la orilla
amante de un solo hombre
esclava de la luna que la ilumina.
Nadie se atreve a mirarla;
todos ansían soñarla
se agitan las maracas y las ilusiones
su cuerpo es fuego que baila
cuentan que viste de rojo
a veces de blanco
y que su tez es morena,
baila sola y bebe hasta el amanecer
bebe y baila,
ningún cantinero la vio caer.
Un hombre se atreve a mirarla
a los ojos, fíjamente
la desea, y ella a él
él se acerca a ella
ella se acerca a él.
Sus miradas queman
sus cuerpos se funden al compás de la música
caen al suelo sus ropas
arden beso a beso
se les deshace la piel.
Nadie se atreve a mirarlos
se agitan envueltos en fuego
ahora es él quien la mece
la gira, la abraza
la bebe, la besa
la ama y le da placer.
Sólo paran para beber
un tequila tras otro
y vuelve el viento a soplar a su merced.
Ella mueve sus caderas
descalza arrastra la arena
que se enciende bajo sus pies
él la sigue, la coge
la sube al cielo y la baja.
La playa es el infierno
es fuego, es calor
es intensidad, es pasión.
Va a amanecer
y el tequila aún no los pudo tumbar
un trago tras otro bebieron
hasta que el cantinero marchó.
Nadie se atreve a mirarlos
ella es dueña y señora de la orilla
él de su corazón y de la luna.
Nadie se atreve a mirarlos
mas cuentan que entre fuego y espuma
amanecieron haciendo el amor.

Se quieren de noche, sobre el mar, bajo el cielo.
Un muaaaa mu grande